Umanchay: Inteligencia fluida colectiva para imaginar nuevos caminos para la humanidad

En un tiempo marcado por crisis ecológicas, peligros económicos, fracturas sociales y mutaciones culturales aceleradas, el porvenir de la humanidad exige algo más que soluciones técnicas elaboradas por personas que son responsables de la situación. Requiere nuevas formas de pensar, de sentir, de crear. Frente a este desafío, Umanchay nace con una convicción profunda: la inteligencia humana aún no ha desplegado todo su potencial.

Una visión: tejer futuro desde la neurodivergencia

Umanchay no es un laboratorio convencional de ideas. Es un espacio experimental donde convergen personas neurodivergentes con altas capacidades intelectuales, para explorar colectivamente problemas complejos desde un enfoque radicalmente distinto: el de la inteligencia fluida colectiva.

Frente al paradigma tradicional que valora la homogeneidad cognitiva, nosotros apostamos por la diversidad neurológica como fuente de innovación profunda. Las mentes autistas, las personas con TDAH, dislexia, hipersensibilidad sensorial o emocional, y otras formas de procesamiento neuroatípico, poseen maneras únicas de percibir, organizar y relacionar la información. Cuando estas perspectivas se articulan en diálogo con otras formas de alta capacidad intelectual, emergen paisajes mentales insospechados.

Creemos que los grandes desafíos del siglo XXI no podrán resolverse desde las mismas estructuras de pensamiento que los generaron. Hace falta una revolución epistémica, sensible, creativa como ha ocurrido en el pasado cuando la humanidad se ha afrontado a grandes desafíos y cambios importantes. Y esa revolución puede nacer de la conjunción de neurodivergencia, inteligencia fluida y colaboración auténtica.

Reuniones de la asociación Umanchay

Metodología: grupos de reflexión como laboratorio cognitivo

La estructura de trabajo de Umanchay se apoya en dos grupos interdependientes:

1. El grupo de reflexión: inteligencia fluida colectiva

Este grupo está compuesto por personas neurodivergentes con altas capacidades, seleccionadas no por criterios académicos, sino por su originalidad cognitiva y su capacidad de pensar más allá de lo establecido. A través de dinámicas de pensamiento sistémico, filosofías del diálogo y metodologías de resolución creativa de problemas, este grupo explora temas complejos como:

  • El sentido del progreso y sus límites
  • Nuevos modelos de convivencia y gobernanza
  • Alternativas a los modelos económicos extractivos
  • Ecologías mentales para una humanidad sostenible
  • Ética de la inteligencia artificial y el transhumanismo

La inteligencia fluida colectiva —concepto inspirado en la inteligencia fluida individual, pero potenciado por la interacción entre diferencias cognitivas— permite generar síntesis inéditas, marcos de interpretación originales y preguntas transformadoras.

Aquí no se busca consenso rápido ni soluciones pragmáticas inmediatas, sino abrir caminos nuevos de comprensión, sembrar posibilidades cognitivas, imaginar futuros alternativos desde una mirada profunda y sensible.

2. El grupo creativo: traducir la visión en arte

Todo pensamiento profundo necesita formas sensibles que lo encarnen y lo difunden. Por ello, un segundo grupo —formado por artistas, diseñadores, poetas, músicos y creadores visuales— se encarga de transformar las conclusiones del grupo de reflexión en obras artísticas.

Estas creaciones no son simples ilustraciones, sino traducciones simbólicas, emocionales y sensoriales de las intuiciones colectivas. El arte no es un adorno, sino un lenguaje paralelo para pensar lo que no puede decirse con palabras. Instalaciones, performances, poemas, piezas sonoras o imágenes serán creadas para hacer sentir lo que se ha pensado.

Así se busca que las ideas no queden atrapadas en conceptos abstractos, sino que se vivan, se cuestionen y se compartan en múltiples niveles de percepción.

Fundamentos teóricos: neurodivergencia, creatividad y complejidad

La propuesta de Umanchay se apoya en un sólido conjunto de investigaciones científicas y filosóficas que avalan tanto el valor cognitivo de las neurodivergencias como la importancia de los colectivos diversos en la generación de pensamiento complejo.

Reuniones de la asociación Umanchay

Estudios recientes han demostrado que:

  • Las personas con TDAH, dislexia o autismo tienden a divergir más del pensamiento dominante, lo que las hace más propensas a descubrir soluciones originales ante problemas mal definidos.
  • Las altas capacidades no son un simple aumento de rendimiento, sino una forma cualitativamente distinta de procesar la información, especialmente cuando se combinan con sensibilidad, pensamiento abstracto e intuición compleja.
  • La creatividad colectiva se potencia cuando los grupos incluyen diversidad de estilos cognitivos y niveles de disonancia constructiva. La homogeneidad bloquea el pensamiento innovador.

Desde una perspectiva más filosófica y ética, también nos inspiramos en el pensamiento de Edgar Morin, quien propuso la necesidad de una reforma del pensamiento hacia la complejidad y la integración de múltiples saberes. Umanchay asume esa misión, pero desde las neurodivergencias como agentes de transformación epistémica.

Permitir a las personas neurodivergentes de hacer lo por cuál su ADN les ha programado

Lejos de ser una simple «adaptación a la diversidad», Umanchay parte de una premisa más audaz: las personas neurodivergentes están, en muchos sentidos, especialmente diseñadas para este tipo de tareas. Mientras que los entornos escolares y laborales tradicionales tienden a percibir sus diferencias como obstáculos, en realidad muchas de estas configuraciones neurológicas presentan ventajas cognitivas específicas para el pensamiento profundo, la percepción alternativa y la creatividad disruptiva. Una mente autista puede detectar patrones que otros no ven; una persona con TDAH puede asociar ideas remotas de forma espontánea; quienes viven con hipersensibilidad emocional o sensorial pueden captar matices invisibles para la mayoría. Estas cualidades, lejos de ser fallos del sistema, son herramientas evolutivas para explorar lo complejo, lo incierto y lo inédito. En un mundo que necesita urgentemente nuevas formas de comprensión, las neurodivergencias no son el problema: son parte esencial de la solución.

Cuando se reúnen personas con diferentes formas de neurodivergencia —autismo, TDAH, dislexia, sinestesia, hipersensibilidad emocional o sensorial, entre otras— ocurre algo extraordinario: los ángulos muertos individuales tienden a desaparecer y las limitaciones propias de cada perfil se ven compensadas por las fortalezas de otro. Lo que una mente tiende a omitir, otra lo percibe con nitidez. Pero más allá de esa compensación, se produce una sumatoria cualitativa de habilidades cognitivas: se combinan el pensamiento estructurado con la intuición caótica, la memoria visual con la sensibilidad abstracta, la lógica con la empatía aguda. El resultado no es un simple promedio, sino una inteligencia colectiva radicalmente más rica, más plástica y más capaz de navegar la complejidad. Esta convergencia neurodiversa permite pensar de formas que ningún individuo —ni siquiera con altas capacidades profundas— podría lograr por sí solo.

Además, este encuentro entre neurodivergencias diversas no solo amplifica las capacidades cognitivas, sino que integra formas de creatividad distintas y complementarias. Algunas personas destacan por su creatividad conceptual, capaces de generar marcos teóricos nuevos o replantear preguntas fundamentales; otras por una creatividad intuitiva y asociativa, que conecta ideas lejanas sin seguir rutas lógicas convencionales; otras más por una creatividad sensorial, que transforma emociones e impresiones en imágenes, sonidos o metáforas con gran poder expresivo sin olvidar mentes críticas que plantean buenas preguntas y ven fallos en los razonamientos. Esta diversidad de formas creativas no se superpone ni compite, sino que se entrelaza como una polifonía, enriqueciendo el proceso colectivo con matices únicos. El resultado es una creación conjunta que no podría emerger de ningún estilo cognitivo aislado: una creatividad plural, densa y profundamente humana.

Grupos de reflexión Umanchay

Reglas de funcionamiento de los grupos

Grupos de reflexión asociación Umanchay

Para que esta inteligencia colectiva pueda desplegarse plenamente, hemos creado un conjunto de reglas claras y respetuosas, diseñadas específicamente para este tipo de grupo tan diverso y sensible. Sabemos que incluso los equipos con gran talento pueden fracasar si no se cuidan ciertas dinámicas: el síndrome de Apolo, bien documentado por la psicología organizacional, muestra cómo los grupos formados por personas brillantes pueden volverse disfuncionales por exceso de ego, competencia improductiva o dispersión. Por eso, fomentamos una cultura de escucha profunda, validación mutua, turnos de palabra bien regulados y tolerancia activa a la diferencia. Además, evitamos perdernos en discusiones excesivamente abstractas o detalles sin relevancia, manteniendo siempre un foco claro en la intención común: explorar, crear y aportar algo significativo a la humanidad. La convivencia de estilos cognitivos tan distintos requiere un marco de cuidado y conciencia colectiva, y hemos hecho de ese cuidado una parte esencial de nuestra metodología.

Una propuesta para la humanidad

Umanchay no busca imponer respuestas, sino abrir espacios fértiles de sentido, donde pensar y sentir el futuro sean actos colectivos. Nuestro horizonte es contribuir —modestamente, pero con profundidad— a una mutación cultural que recupere la potencia transformadora de la mente humana, no desde el rendimiento técnico, sino desde la imaginación lúcida, la sensibilidad ética y la creatividad sistémica.

El mundo necesita nuevas ideas, sí. Pero sobre todo necesita nuevas formas de producirlas. En eso consiste nuestro experimento: en demostrar que otra inteligencia es posible, cuando abrazamos plenamente la complejidad de lo humano.

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